Una Vida

Hay momentos en los que mis sentimientos se rebelan y montan una revolución por su cuenta.

El folio en blanco se convierte en su víctima favorita y veo cómo el tiempo queda retenido entre frases que son capaces de cambiar ciento ochenta grados el rumbo de mi mundo interno.

Cierro los ojos y dejo que la brisa calme a mi alma azorada. Hoy me he dado cuenta de que una vida no es más que lo fuerte que somos capaces de soñar.

Cuando intentamos dar nuestros primeros pasos en solitario nos damos cuenta de que no habrá camino sin obstáculos. Aprenderemos que hay golpes más duros que otros y que, dejándonos el alma, seremos capaces de vencer a la oscuridad.

Seguiremos el rastro de todas esas estrellas que forman parte de nosotros y que nos guiarán, sin miedo, a encontrarnos con el horizonte.

Y entonces, en cualquier noche de julio, nos daremos cuenta de que nuestra eternidad dependerá de esos pequeños instantes fugaces que haremos nuestros.

Una sonrisa. Una palabra con complejo de superheroína que venga a salvarme cuando más lo necesite. Una mirada que me haga temblar como si fuese la primera vez que salimos a la pista de baile. Un beso que me haga creer que en cualquier momento alguien gritará ¡Corten!. 

Creceremos. Descubriremos nuevas canciones con las que dejarnos los pies, el corazón y la garganta. Haremos de cada nueva experiencia una bonita foto que nos recuerde que, dentro de lo felices que éramos, lo fuimos menos que hoy. Soplaremos velas y brindaremos por cada triunfo. Nos miraremos y nos daremos cuenta de que nuestra casa siempre ha estado en las mismas pupilas. 

Y, por mucho que pasen semanas, meses, años o el mismísimo Día del Juicio...

Al final, siempre diré que una vida contigo no es suficiente.