Los
copos de nieve me sorprenden mientras enfilo el final de una calle que se
ilumina con las que serán las últimas luces antes de mañana. Me gusta pasear de
noche. El mejor momento de mis días se produce cuando los demás se preparan
para afrontar su rutina entre anhelos insaciables. Acaricio las aceras y me
deslizo hasta llegar al único sitio en el que puedo desatar mi inspiración y
dejarla volar libre.
Abro la puerta del pub y veo un cartel que me presenta con un texto: Esta noche, a partir de las 23:30, Kid Eloy en directo.
- Ya está aquí la estrella del momento. – Julia me da la bienvenida mientras carga con una ensalada para el viejo Joaquín.
- Sí. Pero creo que después de mi actuación viene tu monólogo, ¿no? – le respondo mientras levanto las cejas y miro hacia el anuncio de la entrada.
Cada anochecer toco la trompeta en el irlandés del barrio. Compagino mis estudios de diseño gráfico con el (escaso) dinero que recaudo en cada actuación. Todavía hoy me cuesta diferenciar qué vino antes, si mi pasión por el Jazz o mi primera palabra. En este hogar he conocido a gente de todo tipo. Pero, sin ninguna duda, Julia es mi debilidad. Personas como ella y Joaquín, el librero que me ha descubierto la fragilidad y la belleza del ser humano en cada lectura, hacen de mi vocación un lujo.
Los dos llegamos a la vez hace un par de años. Empecé a actuar cuando Joaquín descubrió que mi pasión se debatía entre las ensoñaciones de Miles Davis y los delirios pasionales de John Coltrane. Recuerdo que la primera vez que me subí a este escenario, por llamarlo de algún modo, Julia se estrenaba como camarera. Necesitaba el dinero para pagar el alquiler de su habitación. Un sueldo más que decente y los cinco minutos de distancia que había a su casa hicieron que no lo dudase a la hora de aceptar el puesto.
Desde el primer momento fuimos conscientes de la complicidad que había entre nosotros. Su aire de pequeña revolucionaria me cautivó. En ella no hay palabras vacías. Después de cada concierto cierra el bar solo para los dos. Entre pintas y patatas fritas solemos desnudar nuestras mentes hasta que por los altavoces suena Sleep on the floor. Lo hacemos así desde el día en el que me dijo que terminó la relación que tenía con su antigua pareja. Le pregunté el porqué justo en el momento en el que Wesley Schultz entonaba su primera estrofa. Sus lágrimas llenaron de eternidad los tres minutos y medio que dura la canción. Desde entonces, nos prometimos que, cuando llegase esta melodía, sabríamos que había llegado el instante de despedirnos hasta la noche siguiente.
Abro la puerta del pub y veo un cartel que me presenta con un texto: Esta noche, a partir de las 23:30, Kid Eloy en directo.
- Ya está aquí la estrella del momento. – Julia me da la bienvenida mientras carga con una ensalada para el viejo Joaquín.
- Sí. Pero creo que después de mi actuación viene tu monólogo, ¿no? – le respondo mientras levanto las cejas y miro hacia el anuncio de la entrada.
Cada anochecer toco la trompeta en el irlandés del barrio. Compagino mis estudios de diseño gráfico con el (escaso) dinero que recaudo en cada actuación. Todavía hoy me cuesta diferenciar qué vino antes, si mi pasión por el Jazz o mi primera palabra. En este hogar he conocido a gente de todo tipo. Pero, sin ninguna duda, Julia es mi debilidad. Personas como ella y Joaquín, el librero que me ha descubierto la fragilidad y la belleza del ser humano en cada lectura, hacen de mi vocación un lujo.
Los dos llegamos a la vez hace un par de años. Empecé a actuar cuando Joaquín descubrió que mi pasión se debatía entre las ensoñaciones de Miles Davis y los delirios pasionales de John Coltrane. Recuerdo que la primera vez que me subí a este escenario, por llamarlo de algún modo, Julia se estrenaba como camarera. Necesitaba el dinero para pagar el alquiler de su habitación. Un sueldo más que decente y los cinco minutos de distancia que había a su casa hicieron que no lo dudase a la hora de aceptar el puesto.
Desde el primer momento fuimos conscientes de la complicidad que había entre nosotros. Su aire de pequeña revolucionaria me cautivó. En ella no hay palabras vacías. Después de cada concierto cierra el bar solo para los dos. Entre pintas y patatas fritas solemos desnudar nuestras mentes hasta que por los altavoces suena Sleep on the floor. Lo hacemos así desde el día en el que me dijo que terminó la relación que tenía con su antigua pareja. Le pregunté el porqué justo en el momento en el que Wesley Schultz entonaba su primera estrofa. Sus lágrimas llenaron de eternidad los tres minutos y medio que dura la canción. Desde entonces, nos prometimos que, cuando llegase esta melodía, sabríamos que había llegado el instante de despedirnos hasta la noche siguiente.
v
El
motivo de que mañana sea festivo ha animado a varios grupos de amigos a quedarse
para verme tocar. Tras hora y media a solas con mi trompeta, he vuelto al calor
de la realidad rodeado de aplausos que oscilaban entre la sinceridad más
absoluta y la ingente cantidad de alcohol ingerida por mi público de hoy.
- Parece que les has caído bien – dice Joaquín
mientras sigue con la vista a las mesas ocupadas.
Creo
que, de todas las personas que hay en el mundo, él sería la única incapaz de
criticar mis actuaciones.
-
Las tres rondas que lleva cada uno encima también les han caído bien. – Cómo
no, Julia aprovecha para hacer gala de su humor.
-
¿Otra vez volvéis a la carga?
Antes
de que ninguno pueda responder, ella da media vuelta con una sonrisa dibujada
en la cara mientras lleva otra bandeja repleta de jarras rebosantes.
-
Hijo, en todos los ojos que he visto a lo largo de mi vida, pocas veces he
encontrado miradas como la tuya. ¿Cuándo se lo piensas decir? – Si hay algo de
lo que he aprendido, es que no puedes negarle el amor a un hombre que ha
compartido viaje con la misma compañera hasta que el tiempo decidió
interponerse entre los dos.
-
No lo sé. No es tan fácil. Hace poco que ha salido de una relación en la que lo
ha pasado mal. Todavía no quiere hablar de ello.
-
Eloy, ha pasado casi un año. Tú no eres una venda que cubra su cicatriz. Tú
eres la huella que la sustituye. La magia que hay entre vosotros es evidente.
Si Julia está dolida no es porque haya sufrido en una relación insípida. No hay
dolor más grande que ver pasar el tiempo mientras asimilas la cobardía de tus
decisiones por puro conformismo. Sé valiente y salta. Pero no confíes en que
ella esté abajo esperándote. Si lo haces, ella va a saltar contigo. Si caéis,
vais a caer los dos. Pero te aseguro que no hay nada mejor como lanzarse al
vacío y no sentir el suelo. Déjate llevar por sus pasos igual que ella lo hará
con los tuyos. No hay nada tan gratificante como no preguntar por el final y
disfrutar del camino improvisando.
Sus
palabras son como olas que golpean mi inseguridad hasta arrastrarla y ahogarla
en la inmensidad del océano. Miro el reloj y un ejército de sensaciones luchan
en mi interior al ver que se acerca la hora del cierre.
Con
las luces ya encendidas y los clientes más rezagados apurando sus
consumiciones, Joaquín recoge su chaqueta. Tras despedirse hasta mañana, me
dedica un intento de guiño mal disimulado.
Cuando veo su silueta desaparecer por la puerta siento cómo se abre
otra; la de todas esas inquietudes que permanecían agazapadas para abalanzarse
sobre mí a la vez.
v
No
me ha costado despojarme de esa emoción nerviosa. Nunca he conocido a nadie
como Julia. Su espíritu de mujer poesía, romántica y rebelde a partes iguales,
ilumina caminos que creí reinados por quimeras y utopías.
Es
inquietante ver (y sentir) cómo sus ojos hacen que me olvide de todo lo que
gira a nuestro alrededor. Su voz baña mi paz interior y las horas son meras
espectadoras del mundo paralelo que creamos cuando estamos a solas.
Pack yourself a toothbrush dear,
pack yourself a favorite blouse.
Take a withdrawal slip
Take all of your savings
out
'Cause if we don't leave
this town
We might never make it
out
I was not born to drown
Baby come on.
-
¿Ya? – No pienso en mis palabras antes de lanzar al aire una pregunta cuya
respuesta es evidente.
-
Eloy, son las cuatro de la mañana. ¿Eres consciente de que llevamos hablando
más de dos horas?
-
Sí. Solo que… No sé. Sigo teniendo sed y podríamos aprovechar que mañana no tenemos
que madrugar – Me sorprende lo rápido que he actuado. – Si quieres,
puedo cambiar de canción.
-
No. Déjala. Pero que sepas que eres la persona que más cara le echa a beber gratis. – Suelto una
carcajada mientras ella se levanta para llenar nuestros vasos vacíos.
-
Bueno. Y dime, ¿de qué has hablado antes con Joaquín? – Otra vez ese ejército
de sensaciones trepando por mi alma.
- Antes, ¿cuándo? – Intento evitar lo inevitable.
- Después de tu actuación. – Esta no la evito.
-
Oh, ya. De nada. Me recomendaba un libro que tengo que leer. – No me lo creo ni yo.
-
¿En serio? Pues me he fijado en tu cara y he visto infiernos mucho menos rojos.
¿Cómo se llamaba? – Va sin frenos contra mí.
-
Esto, hmm…
-
Eloy… - Me interrumpe mientras aproxima su silla - ¿Hasta cuándo vamos a seguir
así?
A veces hay silencios que lo dicen todo. A veces la evidencia de las
cosas es suficiente para invocar al destino.
Aguanto
su mirada mientras una sonrisa nerviosa hace que me muerda el labio. Nunca nos
he visto tan libres. Nos acercamos y, de repente, todo se torna calor y color.
v
No
sé dónde dormiremos hoy. No sé si dormiremos siquiera. Hemos saltado. Y es alucinante
hacerlo sin volver a sentir el peso del suelo bajo tus pies.
Hola, un relato muy bonito, escribes muy bien, ya te lo he dicho otras veces, aprovecha el don. Besos
ResponderEliminar¡Hola, MªCarmen!
EliminarMuchas gracias por tu comentario (otra vez) y por tus bellas palabras.
¡Espero saber sacarle provecho!
¡Besos!
¡Holaaa! Ay me ha encantado, distinto a otros relatos cortos, más... distendido y con buen rollo :)
ResponderEliminar¡Besazos!
¡Alhana!
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario. Me hace muchísima ilusión cada vez que me comentáis un relato y encima con críticas así.
¡Un besazo! Nos leemos pronto. ^^
¡No me lo puedo creer! Comenté anoche y no se llegó a publicar, si es que eso me pasa por comentar con el móvil, leñes. Pero no me importa repetir el comentario, ya que esta entrada merece mucho la pena... Por favor, escribe un libro que yo te lo compro encantada. :D
ResponderEliminarMira, ya con la canción me he vuelto loca, de verdad. ¡Es muy genial! Si es que tienes un gusto increíble tanto para las lecturas como para la música. Me encanta que pongas música, te lo digo en serio. Mientras leía la entrada la tenía de fondo (pero bajita para no desconcentrarme) y bueno, la letra de la canción es una maravilla.
Respecto al relato me encanta la forma en la que lo has escrito, ya que se aprecia totalmente el cambio espacio-tiempo y la ambientación que le has dado al relato es BRU TAL. Me gusta mucho a lo que se dedica el protagonista y por favor, qué afortunada es Julia, en serio.
Sigue escribiendo, porque desde luego que esto se te da realmente bien. ¡A cada cual mejor! Siempre te digo lo mismo, pero ya sabes que te lo digo con toda la sinceridad del mundo mundial. ¡Vales millones!
Un abrazo :)
¡Y yo cómo respondo a esto!
EliminarPara empezar, MUCHÍSIMAS GRACIAS.
Sin ninguna duda, el apoyo de gente como tú me hace luchar por escribir, escribir y seguir escribiendo. Siempre intento dar lo mejor de mí mismo en cada palabra, y, por suerte, cada vez me cuesta menos hacerlo con extensiones más largas.
En cuanto a la música, algo que me encanta es que con el paso del tiempo he aprendido a escribir escuchando música (de fondo) e interpretar las letras transformándolas en relatos. Está claro que no parafraseo lo que dice la letra de la canción, sino lo que me dice a mí mismo.
Muchas gracias infinitamente por todos tus comentarios. Espero que este 2017 consiga algo mejor.
¡Un abrazo enorme! :)
¡Hola!
ResponderEliminar¡Vaya! ¡Qué descubrimiento tan interesante! Definitivamente me ha encantado leerte, poco a poco iré leyendo los relatos que tienes en el blog. ¡Son geniales! Eres un gran arquitecto de historias.
¡Nos leemos!
¡Hola!
Eliminar¡Muchísimas gracias por tu comentario!
Espero que te guste mi blog y que siempre te vayas con una sonrisa tras leerme.
¡Un saludo! :)
Hola, Santi. Por fin he pasado a leer tu relato, quería hacerlo teniendo tiempo para sentirlo y disfrutar de él, y efectivamente lo he disfrutado, muchísimo, también he sentido música y poesía en él. El final es magistral "...es alucinante hacerlo sin volver a sentir el peso del suelo bajo tus pies". Gracias por estos regalos que nos haces.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde.
¡Hola, Carmen!
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario. Es para mi un placer y una chulada ver que con cada cosa que escribo os hago sentir así. ¡No se puede explicar con palabras!
Muchas gracias por todo.
¡Un abrazo grande!
¡Me ha encantado el relato, Santi! ¡Todo un regalazo! Lo releeré con más calma cuando tenga un momento libre porque... ¡Lo merece! ^^
ResponderEliminar¡Un saludín!
¡Hola, Liz!
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario. Espero que disfrutes tantas veces como quieras del relato.
¡Un abrazo! ^^
Hola, se agradece un relato bien escrito, con sus pausas y sin faltas de ortografía.
ResponderEliminarEs una historia intimista, llena de sensaciones y sentimiento. Te volveré a leer, seguro.
Un abrazo,
Virginia
¡Hola, Virginia!
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Es un placer ver opiniones así.
Espero que cuando me visiten las muses estés aquí para ser testigo.
¡Un abrazo!